Por: Pilar Carrizosa, autora de Jamón, jamón
Ligada a los ritmos de la tierra y al paraguas del ibérico, la despensa salamantina es envidiable: las legumbres (judiones de la vega del Tormes, lentejas de La Armuña) y la carne (hornazo, chanfaina, cabrito asado, calderillo bejarano, picadillo de Tejares) son regadas con buen vino de la tierra: de la Ribera o a sierra de Salamanca, o los célebres Ribera del Duero. De postre, arroz con leche o natillas, bollo Maimón o rosquillas de Ledesma. Al terminar… ¡entrégate al paisaje y baja el festín caminando!
GUIJUELO
A 48 km al sureste de Salamanca, junto al río Tormes, es sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Guijuelo, creada en 1986 y pionera en la producción del jamón ibérico. Esta villa es el eje central de la actividad, aunque en la ruta participan, bajo la denominación, los grupos de acción local Adrecag y Adriss (de los municipios del sureste).
La segunda quincena de julio se celebra la Fiesta del Jamón, una cita ineludible en la Plaza Mayor. Hay concursos de corte y una exquisita degustación popular de las mejores piezas porcinas. Y cada fin de semana de febrero, Guijuelo celebra su fiesta de la matanza.
En el centro de Guijuelo, la calle Alfonso XIII es la meca de la vidilla comercial, con librerías, jamonerías, supermercados y salchicherías. Después está la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y en lo alto, un lugar representativo: El Torreón. El camino desemboca en la calle Guardia Civil, con su mercadillo de productos de la vieja huerta: frutas, verduras y derivados del cerdo.
En la calle Nueva está el Museo de la Industria Chacinera, donde el visitante conocerá todo el proceso del ibérico y obtendrá las pautas para comprar un buen jamón. Además, exhibe desde los enseres de la antigua maquinaria hasta la actual tecnología punta, y organiza degustaciones, excursiones y visitas a fábricas locales.
El recorrido concluye en la plaza de Julián Coca, o plaza de los Cerdos. Solo queda visitar la villa de Candelario, en la carretera de Béjar a Salamanca.
LEDRADA
A 13 km de Guijuelo, en este pintoresco rincón de 600 habitantes el tiempo no transcurre cuando se camina lejos del bullicio urbano, escuchando solo el canto de los pájaros o el cencerro lejano de algún rumiante.
Una primera parada es El Torreón o torre del reloj. Luego la parroquia San Miguel Arcángel. Pero la mejor ruta es tomar la calzada de la plata, y pasar en coche porPuebla de San Medel, Fuentes de Béjar, Valdelacasa, San Medel y Peromingo.
Al fondo, la Sierra de Béjar que se puede descubrir a pie, descendiendo las gargantas del Oso y del Águila, y recorriendo, entre robles y castaños, los picos Alaiz y Colorino, en una ruta circular de 18 km que parte del pueblo de Navacarros, en la carretera C-500 que lleva a Candelario.
VILLAR DE GALLIMAZO
En esta comarca de 200 habitantes, con el título de Municipio Europeo, ya desde las montañas se divisa un bonito óleo natural con predominio del verde: vastas praderas con rebaños de corderos y vacas y, más allá, una piara de guarros correteando libremente por su dehesa.
El pueblo se recorre con sosiego y tranquilidad. Destaca la iglesia parroquial, un templo románico-mudéjar del siglo XIII. Luego, el mosaico de localidades próximas: Campo de Peñaranda, Arauzo, y Ventosa del Río Almar. Si te gustan los pájaros, el Azud de Riolobos es una de las mayores reservas de aves migratorias.
FRADES DE LA SIERRA
Con apenas 300 habitantes, un suelo tibio bañado de suaves arroyos, que cambia de aspecto según la estación y sus casas encaladas en blanco, es un regalo a la vista. Al fondo, un colchón de encinares y robles descubre más caras de la serenidad de la zona charra.
Una sencilla iglesia preside el lugar desde un otero. El camino conduce a un viejo molino de 1900, hoy museo, que exhibe aperos de labranza y otros enseres de la tierra. También están el reloj, la fragua, las escuelas, el ayuntamiento y la cárcel. Los viejos usos conviven hoy con los nuevos manejos y las actuales fábricas de jamones y embutidos.
Y el gran atractivo cultural de Frades: la casa museo del poeta José María Gabriel y Galán, donde el viajero se contagiará de la magia del artista, que aún vive a través de su sencilla palabra, que cautivó siguiendo el vocabulario de la tierra.
CAMPILLO DE SALVATIERRA
A 1 km de Guijuelo, con casas de piedra y aspecto desértico, este pueblo de arraigo se vanagloria de un orden sereno y de sus prendas gastronómicas: chorizo, salchichón y longaniza.
Por la calle Amable Criado te perseguirá, tentándote, el tufillo contagioso de una pasarela de fábricas choriceras. Ante ti, las viandas embutidas rugirán indómitas en busca de un estómago que las cobije. Buscando otros derroteros, pasarás por la iglesia de San Andrés, y llegarás a la calle de Manuel Díaz Luís, donde de pronto un gran desfile de jamones desembocará de un camión.
Al fondo, una casa de comidas te hará señas desde una ventana. Y encontrarás una mesa perfectamente servida, con masa de pan rellena de embutidos, limón y un lechazo con guarnición de patatas panaderas. De ahí, huirás directo al paraíso: la Sierra de Tonda, con los andurriales a los que van los de Campillo de fin de semana.