Por: Pilar Carrizosa, autora de Jamón, jamón

Antaño brillaba por ser tierra de artistas –como el ma­lagueño Picasso o los sevillanos Murillo y Velázquez–, y hoy también lo hace por su afamada y sanísima dieta mediterránea, coronada por su excelente acei­te de oliva. Sus cerea­les, legumbres, verduras, pescados o carnes son siempre un triunfo en una mesa gourmet, a muy buen precio. 

HUELVA

Jabugo

Una de las ciudades más interesantes de Andalucía, donde nada más llegar, el olorcillo nos encamina hasta la plaza del Jamón, donde está el ayuntamien­to y el visitante sucumbe ante el sahumerio porcino. Cuenta con seis bodegas inscritas en el consejo regulador. Junto a la plaza, se eleva la iglesia de San Miguel Arcángel, del siglo XVI, que conserva un retablo barroco labrado en Jerez de los Caballeros. La sigue el hierático edificio Tiro Pichón,del arquitecto Aníbal González, construido en la época de Alfonso XII. 

El salpicado de negocios, ma­taderos y almacenes, hará que salgas convertido en catedrático-catador de primera. Apren­derás que el jamón de Jabugo es de caña fina, alargada y perfilada mediante el llamado corte serrano en V con una marca hecha a fuego sobre la piel. La pezuña es negra y la grasa externa, blanda y de textura suave. Destaca por la cantidad de gra­sa entreverada, que le proporciona un aspecto mar­móreo, aunque fundente al paladar. 

Luego, disfruta sus fiestas locales: Nuestra Señora de los Remedios (el último fin de semana de julio), Las Cruces (a principios de mayo) y las de San Miguel (el último fin de semana de septiembre) con procesiones, bailes y actos taurinos. Y cada dos años, en Jabugo se prepara el cocido más grande del mundo, para 4.000 perso­nas y tarda una semana. 

Siguiendo la carretera que ser­pentea entre espesos castañares, encuentra el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, dos relicarios verdes, donde acaba la excursión con opciones de caza, pesca o recogida de setas, y a la salida del pueblo, el yacimiento arqueoló­gico la cueva de la Mora. 

CÓRDOBA 

Los Pedroches

Al norte de Córdoba emerge esta man­comunidad formada por 32 localidades del valle de Los Pedroches, que toma el nombre del pueblo, su capital histórica, aunque esté en Villanueva de Córdoba la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Los Pedroches, cuyo reglamento fue aprobado a principios de 2006. 

Su mosaico de calzadas encaladas, salpicado de comercios, la plaza de las 7 Villas (el foco principal), la calle Santamaría, los escalones de la calle de la Escalinata Empe­drada o San Fernando y Pozoblanco, dos arterias más de este conjunto armónico, lo revelan como otro lugar de concordia. Torres y antiguos campanarios como el de la ermita de Santa María o la parroquia de El Salvador, la ermita de San Sebastián o la de la Virgen de Piedrasantas, albergan a familias de cigüeñas. 

Por el laberinto de calles sinuosas, encuentras los talleres de forja de metales, de ta­llas en madera, trabajos en cuero, elaboración de calzado, cerámica, granito y cuchillería. Hallarás más tipismos por las ca­lles de los pueblines, a tiro de piedra unos de otros, como Villanueva de Córdoba, Pozoblanco, El Guijo, Torre Campo o Dos Torres, que forman la ver­dadera postal de esta tierra. 

El periplo está salpicado de señuelos gastronómicos derivados del respetable –más conocido aquí como «el negro de Los Pedro­ches»–, la variedad de cerdo ibérico típica de la zona. Las de­hesas más importantes son las de Cardeña, Con­quista, Pedroche y Villanueva de Córdoba, con sus secaderos de jamones y fábricas de embutidos. 

MÁLAGA 

Ronda

Miles de crónicas literarias han cantado a esta tierra, dándole un sello propio, como escenario de importantes episodios de la historia del bandolerismo andaluz. También una canción de Madonna contribuyó a popularizarla. Los viajantes se enamoran para siempre de las piedras de la llamada «ciudad de los castillos». 

Se erige en una atalaya natural defendida por una alcazaba. Su desfiladero, de más de 150 metros de profundidad, sus murallas y las puertas de entrada a la ciudad aún están vivas, como la del Almocábar (siglo XIII), el acceso al casco urbano por el sur (del siglo XVI) y la Puerta de la Exijara, que conducía a la judería. La arquitectura nos muestra los palacios de Mondragón (hoy Museo Arqueológico de la ciudad) y del Marqués de Salvatierra, y la Casa del Moro, con sus jardines colgantes, declarados Jardín Ar­tístico. Los museos del Bandolero, de la Caza, y Lara son también dignos de considerar. 

Por el entorno amurallado está la iglesia del Espíritu Santo. El barrio de San Francisco, la iglesia de Santa María la Mayor (del siglo XV), y su plaza de toros (la más antigua de España) son otros imperativos de la visita. A 18 km del centro están las ruinas del teatro romano de Acinipo o Ronda la Vieja, además del teatro, el foro y las termas romanas. 

Benaoján

A 11 km de Ronda está el Parque Natural de Sierra de Grazalema, en el valle del Guadiaro, y se encuentran dos núcleos de población muy diferenciados: Benaoján y Estación de Benaoján, junto al ferrocarril y el río. 

Este pueblo es pionero en la co­marca en la fabricación profesional, pero artesanal, de embutidos y cabe destacar el aprovecha­miento agroalimentario de la cabaña porcina de Benaoján, que goza de una envidiable salud y amplía constantemente los centros a los que dirige sus productos (se localizan hasta 26 explotaciones en el municipio). 

Cada año, en diciem­bre celebran la Feria de la Chacina, con numerosos puestos atiborrados de lomo frito en manteca, caña y zurrapa de lomo, butifarra y morcilla. Para bajarlo, un paseo por el casco an­tiguo donde hallarás la iglesia de Nuestra Señora del Rosario (del siglo XV), y dos formaciones geológicas: la cueva del Gato y la de la Piletan esta última, declarada Monumento Nacional de Arte Rupestre en 1924, es una de las más importantes de España por sus pin­turas prehistóricas.