Por: María José Hostalrich, Directora de Comunicación y Marketing de MundoFranquicia.
«¡Hola! Soy deportista y quiero dedicarme a la gastronomía» Un clásico. A lo largo de mi carrera profesional, y ya se cifra en más de 30 años, he escuchado esta frase muchas veces y, cada vez, me ha despertado sensaciones distintas, dependiendo de mi momento profesional.
Hace unos años, pensaba “es una buena opción” “¿por qué no?” “¡en algo hay que invertir lo mucho que has ganado en el fútbol o el baloncesto!”.
Hoy, metida de lleno en el mundo de la franquicia, he de confesar que no tengo tan claro que una inversión en un negocio gastronómico, así sin más, pueda ser positiva para un profesional del deporte. La especialización, la formación contínua y el talento no se adquieren con dinero y eso lo debe tener claro cualquiera que desee abrirse camino en el sector.
Me vienen a la cabeza casos como el de Cristiano Ronaldo, Messi o Piqué, tres futbolistas de élite que, un buen día, decidieron diversificar su vida profesional y apostaron por la gastronomía. Algunos, incluso, se decidieron por la franquicia. Probablemente, su experiencia previa no pasara de experimentar gratas sensaciones en paraísos gastronómicos por todos conocidos. Una vez vivida esa sensación, quisieron formar parte ella. No son dueños de sus restaurantes. Son socios capitalistas, que no es lo mismo. Han sabido rodearse de lo mejor: talento en la cocina, gestión impoluta y calidad excelsa en el producto. Ellos, los profesionales “importados” de otro sector, aportan el dinero y el marketing que sus respectivos nombres acarrean. Y ese maridaje es la clave del éxito. Sus restaurantes funcionan, sin sacrificar la calidad por ello.
Otro caso muy representativo es el de Rio Ferdinand futbolista de talla internacional que fue de los primeros en ver que la gastronomía de calidad es un valor de futuro. Y a la vez que vio eso, también, vislumbró la necesidad de acometer otras acciones que, por entonces, sólo llevaban a cabo quienes supieron predecir hacia dónde iba a encaminarse el sector: invirtió en tecnología e innovación. Hoy, su restaurante, Rosso, sigue siendo un referente en Inglaterra.
Y lo mismo ha sucedido con Rafa Nadal, Chechu Biriukov o Marcos Llorente. Nombres por todos conocidos que, después del deporte o en paralelo a su práctica, quieren dedicarse a gestionar propuestas relacionadas con la cocina, con las tendencias de última generación, con el placer de degustar un rico plato maridado con un buen vino. Pero sin perder la perspectiva de cuál es el rol que deben desempeñar. La gastronomía es futuro. Y ellos, lo saben.